miércoles, 31 de octubre de 2007

Alivio

Esta tarde, antes de entrar dee nuevo al trabajo, he sentido cómo alguien me tocaba en el hombro por la espalda. Me giré y no vi a nadie. Menos mal, sabía que eras tú.

martes, 30 de octubre de 2007

Berlín (I)




Regreso de un fin de semana en Berlín. Cuando transitaba por sus calles, sentía el aroma a derrota, a locura, a devastadora profanación de la integridad moral. Muchas fueron las sensaciones, desde el muro, pasando por las dos zonas de la ciudad, los monumentos...tuve un comienzo de miedo cuando vi a un judío a la puerta de la sinagoga, y voces de ejércitos y de frío se colaron en mis ojos cuando divisé una fachada con una enorme efigie de Lenin (cosas de la "Memoria Histórica alemana"...). A destacar su luz durante la noche, la verticalidad, la asombrosa mezcla de estilos y de conceptos.






Fuera de la emoción que supone cabalgar por una ciudad con tanta historia y con tanto presente (magnífica arquitectura contemporánea), el sumum llegó con el concierto de la Filarmónica de Berlín. Sir Simon Rattle dirigiendo la 9ª de Mahler. Apoteósico, íntimo demoledor. Atenazado durante una hora y media a la silla, con todos mis sentidos a la deriva en un mar de emociones y de ausencias.


Mi madre despertando, dispersa entre su pena, mis hermanos sumando tres conmigo una vez más, y Juanito con nosotros, como siempre. Cerveza, salchichas, frío. Más cerveza.


Avión de vuelta que deja atrás una sensación de querer completar algo, y el abrazo de Nuria al pisar Madrid. Vuelta a casa y a echar de menos...también como siempre.

lunes, 29 de octubre de 2007

Berlín (0)

Sería injusto que no le dedicase una buena redacción a Berlín, después del maravilloso fin de semana que he pasado allí con mi madre y mis hermanos. Allí han pasado muchas cosas, se han vivido otras tantas, se han sentido muchas más. Por desgracia, hoy no me acompaña ni el tiempo ni las fuerzas, por lo que será mañana cuando relate mi viaje, y describa esa fantástica ciudad. Y así podré colocar una foto a la cabeza.
Mañana pues lo haré. hoy, dispensenme, está siendo un día agotador y para colmo, a estas horas, ya está completamente oscuro.

jueves, 25 de octubre de 2007

Nos

Boda de María, la hermana de Nuria. Parece mentira, pero ya ha pasado casi un mes desde aquel día, el anterior a que Nuria viniese a Madrid . Hoy recuerdo esa imagen, y ese día.
Y recuerdo esa sonrisa.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Román

Al salir a la calle, quedaré con Román. Román no es una persona cualquiera, es una rara avis en el mundo y supone un auténtico lujo tenerle como amigo y compañero esporádico.
Conocí a Román siendo apenas un aprendiz de adolescente. Por aquellos momentos, mi hermano Juanfran brillaba en Medicina, no sin dificultades en otros ámbitos. Fue entonces cuando él se empezó a relacionar con Román, un compañero atípico de carrera. Y es que Román, una vez terminados los estudios preuniversitarios, se dedicó durante varios años por entero a su arte (pintura y escultura), porque Román es, ante todo, un artista al que luego le pusieron un fonendo colgando del cuello. Después de ese periodo, pensó que había que hacer algo de mayor proyección social y se metió en Medicina, donde cono´ció a mi hermano. Román y Juanfran hacían una pareja atípica en lo común, pero muy rica en lo humano. La diferencia de edad (creo recordar que de unos diez años) no fue impedimento para que mezclaran sus visiones de la vida, la música, el arte, el tapeo y los vinos.
Recuerdo que mi madre, desconociendo a Román en lo personal, le decía a mi hermano cuando ellos quedaban: "¿Ya has quedado otra vez con ese señor?". Con el tiempo y los años, todos caimos bajo la magia de Román, su ser único y especial, comprometido, sincero.
A Román y a mi, a parte de mi hermano, nos une una pasión en común: El Flamenco. Me ha pasado muchos discos, y hemos charlado sobre cantaores, tablaos y demás historias, porque es un gran entendido en Flamenco. La suerte quiere que Román y yo compartamos ahora ciudad. No lo veo desde hace unas semanas, cuando coincidimos con mi hermano en Valladolid, pero hoy vamos a tomar unos vinos y a preparar el asalto al concierto que da Fernando de la Morena el martes que viene, al que acudiremos juntos.
En un mundo en el que se tiende a ser un completo borrego adoctrinado por la aburrida plebe populachera y mansa, hoy dedico mi escrito a alguien que será todo en la vida menos "uno más", mi amigo Román.

martes, 23 de octubre de 2007

Sábado y martes.

Creo que aun no me he repuesto del fin de semana. Para ser más exactos, del sábado. Para concretar, del sábado entre las 18 y las 23 horas. ¿Que qué hice? Ir al IKEA. Un caos, un monstruo con puertas y ventanas, una máquina sofisticada de nerviosismo y desesperación. Pasillos, muebles, lámparas, almacenes, precios...y familias enteras buscando el chollo del mes que encajase en su salón. Carritos con bebés, niños "gritones y corretones" gente lenta, sobona, pesada, ambientes acogedores repletos de paletos probando sofás, camas, sillas y sillones. Un espectáculo no apto para gente que se agobia...como nosotros. Si Nuria y yo no nos matamos el sábado, fruto del estrés y de la plomiza atmósfera que nos rodeaba, entonces es que el amor eterno está asegurado.


Y allí reposan en casa, aun sin abrir los muebles, esperando a que mis inexpertas manos los desembalen y monten con esmero. ¿Merecerá la pena? Decididamente: si. Pero antes de ir a casa a darle al destornillador, me juntaré de nuevo con Ruth y con Victor a tomar una cerveza y a charlar. Parece mentira que apenas hayan pasado dos semanas, porque al ver entrar a Ruth por sorpresa esta tarde me ha invadido una alegría típica de meses de nostalgia.


Y aunque solo sea por eso (que no lo es), el día de hoy es un día feliz.


(foto: con Ruth y con Victor en la oficina)

viernes, 19 de octubre de 2007

Tres

Ayer no fui a misa. Tenía pensado hacerlo, y podía haber sacado tiempo si hubiese querido al salir del trabajo, pero no lo hice y cambiéd e idea. En su lugar, y consciente de lo que hacía, me fui a tomar una cerveza en la despedida de una compañera de trabajo que ha decidido cambiar de aires. Después de eso, me tomé otra con Juan, al que hacía tiempo que no veía. Luego de una breve estancia con mi hermano, llamé a Nuria y quedamos a mitad de camino. Paseamos, reimos, caminamos (no es lo mismo pasear que caminar) y finalmente cenamos en un jubiloso bar de tapas, comentando mil y una cosas y regalándonos besos con los ojos. La paz y el amor de la casa fueron los antecesores del sueño, y del más profundo de mis recuerdos, ésta vez sin lágrimas.
Creo que hice bien en planear así mi tarde. Y también creo que mi padre estará de acuerdo en recordarle así en un día tan triste, uno más desde que hace tres meses, un toro manso y traicionero se lo llevara para siempre.

jueves, 18 de octubre de 2007

Conversaciones

Ayer llegué a casa a eso de las doce y media. Nuria estaba en la cama, aparentemente dormida, pero pronto descarté tal opción cuando se abalanzó sobre mi y me reconoció que estaba fingiendo. Yo traía un ligero dolor de cabeza y tenía ganas de encontrar tranquilidad en mi lecho, así que me acicalé rápidamente y me metí en la cama. Pregunté a Nuria sobre su día en el Master y sin querer empezamos a debatir sobre Arte. Nuria me explicaba los conceptos adquiridos, su visión de ellos, y me hizo participar del todo en una encendida charla en la que intercambiamos multitud de visiones. La muerte del artista y del arte fue la raiz de unos comentarios vivos, polémicos y contrapuestos.
Fue un momento de magia absoluta. Ayer Nuria me enamoró en un sentido que en mí estaba completamente virgen, y volvió a ser una enamorada intocable mientras me transmitía todo su caudal de conocimiento y de opinión. Yo la escuchaba embobado mientras desbarataba todas mis ideas; me apabulló.
Normalmente apago mi jaqueca con pastillas. Ayer, fue el misterio el que acabó con ella (y una buena dosis de Ibuprofeno), y me recosté en la cama disfrutando de aquel romance nocturno inolvidable.
Apenas si la cogí la mano durante la noche. Todo lo demás hubiese sido un completo sacrilegio.

martes, 16 de octubre de 2007

Recuerdos y encuentros

Cuando marché a Noruega (hace ya 21 meses), llevé gran cantidad de equipaje conmigo (menudo sobrepeso tuve que pagar) pero mereció la pena. Y recuerdo que al llegar a mi nueva habitación, lo primero que hice fue organizarla y decorarla para hacerla mía lo antes posible. Recuerdo que saqué de mi cartera todo el dinero español que tenía y lo escondí, quedando tan solo los billetes de coronas noruegas que me había dado esa misma mañana mi padre.
Aquella primera noche finalizó a eso de las 2 de la madrugada, después de colocar minuciosamente los posters y las fotos que había metido en la maleta. Absorto, miraba por la ventana el metro y medio de nieve que cubría las calles, el incesante caer de los copos, y sentía un frío estremecedor en la mente, que no en el cuerpo. No podía parar de mirar y de palpar aquella soledad reconfortante, aquella sensación de haber llegado al lugar donde hacía tiempo que me esperaba parte de mi alma.
También recuerdo mi primer cigarrillo a 15 bajo cero, de esos que, como ya he dicho en alguna ocasión, no contaminan. Y el despertar en mi nuevo dormitorio, aquel olor que me inundó durante meses, el calor del baño, el disfrute que supuso perderme durante días en el largo camino hasta la facultad. Descubrir el supermercado, aprender a decir "hola, quiero una cerveza" y aprender a pagar por ella una auténtica blasfemia. Recuerdo aquel sabor de mi primera cerveza, mi primer paseo por el fiordo, y las lágrimas que salieron de mi rostro cuando de repente caí en la cuenta de que había cumplido uno de los grandes sueños de mi vida.
Las sensaciones que uno percibe nada más conocer una realidad, son las que perduran, son las que marcan una vivencia, un futuro. Aquellos primeros días en Porsgrunn no hicieron más que indicarme el camino, mostrarme el comienzo de lo que supondría al fin y a la postre la mejor época (individualista) de mi vida.
Ayer me disponía a ir al gimnasio y no encontraba el carnet. Me dirijí a mi vieja mochila y busqué sin éxito. Sin embargo, recordé que la mochila tenía un apartado y oculto bolsillo en la parte delantera, de dificil acceso a la vista y a la mano. Lo abrí... sentí, lloré y me desplacé al momento miles de kilómetros.
No encontré el carnet del ginmasio. Sin embargo allí estaban, anclados en el tiempo, 31.62€ que dormían conservando intacta la fragancia de aquel nevado día de febrero del año 2006.

lunes, 15 de octubre de 2007

Por fin

Quién lo diría...por fin es lunes. Pero no un lunes cualquiera, es lunes 15 de octubre. No es que éste día esté señalado por ningún motivo especial en el calendario, lo que sucede es que hoy ha sido el fin de muchas cosas. Después de una semana de estrés contenido y de dormir poquísimo, se fueron las noruegas. Las pobrecitas no tienen la culpa de muchas cosas, pero sin querer se han convertido en tristes protagonistas de una semana infernal que comenzó la noche del lunes pasado, cuando aterrizó su avión muy cerca de las 2 de la madrugada. Casita de papel es un encanto, pero es pequeña cuando conviven 4 personas en ella, más aun si el baño (único) de la casa está en el interior de la habitación (también única). Laura me salvó los muebles prestándome una cama hinchable...pero era imposible encontrar un cuarto de baño de campaña. Las niñas no hicieron esos días más que salir de fiesta y gastar papel higiénico a un ritmo que jamás vi. Aun me pregun to cómo han podido gastar 8 rollos en 6 días
Podría escribir numerosas páginas sobre esta semana, pero me volvería aun más loco recordándolo. La inundación que me encontré en la cocina de la casa de mi madre al volver de la boda el viernes por la noche, es lo más estresante que me ha pasado en la vida. Dos noches casi sin dormir peleando contra unos vecinos que se hacen merecedores de insultos que no están en el diccionario (resumidos en dos palabras: mala gente). Policía, bomberos, llamadas...y agua, mucho agua, y una casa destrozada un mes después de una impresionante reforma. Y mi madre, que está como para que la den más disgustos, deprisa y corriendo para Valladolid desde Barcelona...
Ayer, durante el atasco dominical de regreso a Madrid, solo pensaba en lo bien que me encontraría al día siguiente en la oficina, alejado de los problemas e inconvenientes de los días pasados. Y hoy, al acabar la jornada, tengo miedo de salir a la calle.

jueves, 11 de octubre de 2007

Reuniones


El instinto de reunirse en sociedad es algo prácticamente genético. A veces por compromiso, otras por deseo, otras por necesidad, el hombre tiende a buscar compañía en determinados momentos, normalmente con el denominador común de la compartición. Un partido de fútbol, una cena, una fiesta de inauguración...El hecho de tener casa nueva es una deliciosa golisina que se deshace muy lentamente, se paladea con gusto y se disfruta repetidamente, solo o acompañado. Desde que vivo en Casita de papel ha sido incesante el pasar de gente afín por ella, para compartir ese paso, esa evolución, ese hito personal que se ha conseguido.


Hace ya más de dos meses, un grupo de "cracks selectos" me ayudó en el pistonudo traslado, y he de reconocer que me complace recibirlos siempre en casa, porque sin ellos, me hubiese sido imposible la mudanza.


Hoy, más que un texto, deseaba mostrar una foto, probablemente la primera foto que saqué en mi nueva vivienda. No es el momento de hablar de esas personas, porque el hecho de que salga aquí su imagen es ya toda una declaración de intenciones por mi parte.


Les presento a mis amigos, en la primera cena que celebré en casa.


(*De izquierda a derecha: el Adry, yo, Dieguito y el Chini)

miércoles, 10 de octubre de 2007

Nueva plaza

He toreado durante años en esa plaza, y he cuajado grandes faenas, siempre cortas pero intensas, y lo he hecho con diferentes luces, pero eso sí, siempre con el mismo traje y sin montera. Es por eso que me ha causado tanto dolor dejar mi plaza.
Las gotas cayendo por mi cuerpo, mientras agarro con fuerza el capote que esa tarde ha caido en suerte. Siempre preferí el violeta o el azul oscuro, los demás nunca me complacieron, y cometí auténticas barbaridades para que mi mozo de espadas colocase siempre aquellos que eran de mi agrado. Miro de frente y cito...y el toro acude desde la pared, allá lejos. La primera verónica siempre más larga, la segunda recogiendo más al toro, y la tercera ceñida, seria y por el pitón izquierdo -que siempre fue el mejor de mi temido y respetado oponente-, para rematar con una media de vértigo que volvía loco al público, que me aplaudía enfervorecido mientras me secaba.
He cambiado de plaza y he salido perdiendo, demasiado pequeña...ni siquiera puedo extender los brazos para lancear, y el capote morado está colgado inmóvil y sin esperanza. Pero este fin de semana regreso a mi plaza fetiche, aquella que contempló mi madurez como torero y que jaleó mis mejores momentos con el capote, y prometo no defraudar si el tiempo no lo impide (que no lo hará salvo que aparezca una gotera inesperada).
Y es que torear por verónicas con la toalla después de la ducha... es algo que muy pocos saben valorar como Dios manda.

martes, 9 de octubre de 2007

Fin de semana

El primer fin de semana con Nuria en Madrid ha sido intenso, y vivido con una emoción infinita. Algo que para el resto de parejas es el pan uestro de cada día, para Nuria y para mí ha sido una pasmosa novedad, un bautizo de realidad con peso de plomo. Algo tan sencillo como salir a cenar el viernes, pasar juntos el sábado (con una buena corrida de toros de por medio, y descubriendo cómo disfrutar del sofá extensible con una peli y una manta por la noche) e ir al cine el domingo, fue un sutil descubrimiento de lo que podría haber sido un noviazgo normal, tornado ahora en dulce convivencia. Me asombra cómo Nuria es capaz de hacerme sentir la multitud de cosas que pasan por mi mente cuando simplemente la veo reir, o soñar, o acompañar sus primeros y firmes pasos en el mundo del toro. Sencillamente, me siento estable y feliz ¿alguien da más?
Para colmo, y para demostrarme su carácter único, un detalle me terminó de convencer en la mañana del sábado. Caminábamos por los alrededores de "Casita de papel" cuando de repente Nuria se dirigió a un oriental que pasaba por la calle, le sonrió y le saludó con dulzura. Él la correspondió, y Nuria permaneció sonriente
- ¿Y de qué conoces a este chino? -pregunté asombrado.
- Es el dueño de la tienda de debajo de casa. ¡Ya me conoce y siempre me saluda!
Puede que detalles como éste también sean indiferentes para la mayoría de las personas, pero para mí no lo son. Es imposible permanecer indiferente ante este ciclón, que desde hace una semana me acuna y me despierta cada día con la más increíble de las sonrisas.

viernes, 5 de octubre de 2007

...y una de arena

No todo pueden ser alegrías o cosas positivas en esta reentré. Lamentablemente hoy hemos recibido un mazazo en la octava, unos más que otros, pero esos unos lo estamos pasando mal. Un berrinche, una desilusión.
Resulta que a alguien se le ha ocurrido la brillante idea de que Ruth está mejor en otro sitio que no está precisamente al lado de ésta oficina. Al norte de Madrid (muy cerca de Mordor) se asienta Iberinco, empresa de Ingeniería del grupo Iberdrola a la que pertenece Ruth y a la que va a ser cedida durante -en teoría- 8 meses. En principio será a semanas alternas, pero la gracia ha sido de mear y no echar gota. Para ella sobre todo, pero para sus adeptos también. Ruth aporta demasiadas cosas buenas en la octava, a la vida de los que hemos sabido apreciar lo fantástica mujer que es.
De momento, solo me sale expresar mi indignación por su marcha, tal vez otro día me pueda expresar mejor. La echaremos mucho de menos. Precisamente con ella aquí, la Ingeniería parece menos fría. Hoy ha tocado la de arena. Que injusticia.

jueves, 4 de octubre de 2007

Humanidad (al final)

A estas horas, la planta número 8 de Magallanes 3 está casi vacía. Es en estos momentos cuando aparecen los otros empleados de la casa, mujeres que no cobran lo que nosotros cobramos, ni hablan de Ingeniería, de bombas, tuberías o sistemas. Retiran nuestros restos de café en la mesa, reciclan el papel usado y limpian los servicios. Caminan despacio y no hacen ruido, son como duendes de un bosque formado por ordenadores y por mesas.
Pero siempre me saludan y me sonrien, (me lanzan una media verónica ajustada) y eso, durante el día, apenas te lo profesan unos elegidos. Me gusta marcharme a estas horas porque al despedirme, recibo una muestra de cariño sincera, directa y auténtica. A veces, sin darse cuenta, se piensan que están solas en la planta y conversan animadamente, ríen y comentan. Es curioso que, al acabar la jornada, una brisa de vida me envuelva al pasar de nuevo por toriles de este modo. Y si lo pienso bien, y salvando las honrosas excepciones, es una de las muestras de humanidad más fuertes que recibo en todo el día, dentro de éste mundo frío y desinteresado llamado Ingeniería básica.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Otoño

Los meses de octubre y noviembre son inigualables. Las mañanas son lentas, pero tienen una textura única, de nubes concentradas en azul plomizo. Transita el día entre la ida y venida que supone la sinfonía de color de los paraguas, y se detiene en un café, en un charco, en ir pisando las hojas secas por el camino que te lleva al rincón deseado.
Y llega ese momento delicioso, en el que se apagan las luces del cielo y se encienden las farolas. Que hermosas son las farolas del otoño, y cuántas cosas iluminan por debajo de sí. Su brillar es indiscutible a cualquier hora de la tarde, y adquiere matices propios a cada minuto. Las calles se vuelven aristocracia, y los zapatos evocan ecos del pasado, los de ellos romanticismo, los de ellas inspiración. Suave acaricia la bufanda las pieles de quien se atreven a probar su elegancia con ellas, y tras la más insospechada esquina, aparece una joven que despierta al amor con una boina francesa demoledora.
Es inevitable buscar el refugio del café, que a esas horas despilfarra literatura en su vapor, mezclándose con el humo de los cigarrillos. Porque bien sabido es que el humo de los cigarrillos apenas es dañino cuando despierta el otoño y el frío comienza a enrojecer las mejillas. Octubre me suena a lluvia, a campo vivo y húmedo, a atardeceres en la lumbre de una cabaña o de un libro, a un piano que compone amores y desamores mientras la gente camina.
También es distinto el caminar de la gente en el otoño. Es prepararse cadencioso hasta un abrazo que llega en la noche, en el último suspiro de la luna.

martes, 2 de octubre de 2007

Abstracto (I-N)

Mansa sube tu belleza durante la noche, dulce vapor que embriaga todo sueño y todo fulgor de amanecida. En un momento, sin que te enteres, abro los ojos a tu luz y veo los tuyos (tras tus párpados). Mañana no será un día más, como tampoco ha sido éste día. Tal vez cambie un ángulo, una sonrisa o un segundo en el minutero. Cualquier cosa que suceda, hará que todo sea nuevo en esta vida que me regala el tiempo, que es un tiempo dificil pero generoso.
Muéstrame pues el sendero que me lleva de nuevo hasta tu alcoba, donde el lecho flota entre algodón de azúcar y flores de lis, y las luces son oscuras y constantes...es la bruma que se agolpa tras tu magia, un velo transparente que habla y que susurra la esperanza de encontrarte a mi lado, una vez más.