viernes, 19 de octubre de 2007

Tres

Ayer no fui a misa. Tenía pensado hacerlo, y podía haber sacado tiempo si hubiese querido al salir del trabajo, pero no lo hice y cambiéd e idea. En su lugar, y consciente de lo que hacía, me fui a tomar una cerveza en la despedida de una compañera de trabajo que ha decidido cambiar de aires. Después de eso, me tomé otra con Juan, al que hacía tiempo que no veía. Luego de una breve estancia con mi hermano, llamé a Nuria y quedamos a mitad de camino. Paseamos, reimos, caminamos (no es lo mismo pasear que caminar) y finalmente cenamos en un jubiloso bar de tapas, comentando mil y una cosas y regalándonos besos con los ojos. La paz y el amor de la casa fueron los antecesores del sueño, y del más profundo de mis recuerdos, ésta vez sin lágrimas.
Creo que hice bien en planear así mi tarde. Y también creo que mi padre estará de acuerdo en recordarle así en un día tan triste, uno más desde que hace tres meses, un toro manso y traicionero se lo llevara para siempre.

No hay comentarios: