jueves, 4 de octubre de 2007

Humanidad (al final)

A estas horas, la planta número 8 de Magallanes 3 está casi vacía. Es en estos momentos cuando aparecen los otros empleados de la casa, mujeres que no cobran lo que nosotros cobramos, ni hablan de Ingeniería, de bombas, tuberías o sistemas. Retiran nuestros restos de café en la mesa, reciclan el papel usado y limpian los servicios. Caminan despacio y no hacen ruido, son como duendes de un bosque formado por ordenadores y por mesas.
Pero siempre me saludan y me sonrien, (me lanzan una media verónica ajustada) y eso, durante el día, apenas te lo profesan unos elegidos. Me gusta marcharme a estas horas porque al despedirme, recibo una muestra de cariño sincera, directa y auténtica. A veces, sin darse cuenta, se piensan que están solas en la planta y conversan animadamente, ríen y comentan. Es curioso que, al acabar la jornada, una brisa de vida me envuelva al pasar de nuevo por toriles de este modo. Y si lo pienso bien, y salvando las honrosas excepciones, es una de las muestras de humanidad más fuertes que recibo en todo el día, dentro de éste mundo frío y desinteresado llamado Ingeniería básica.

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