jueves, 1 de septiembre de 2011

Japón, día 1

Tras un viaje agotador, rodeado de nervios y de un ruido matracón que me impedía dormir (vulgarmente conocido como "zumba") llegué a Osaka acompañado de los dos managers del proyecto. Masayoshi siempre atento me indica el camino y le pregunto sin dudar todas las curiosidades que llaman mi atención. El taxi desde el aeropuerto me demostró una ciudad casi tan dormida como yo, pero las moles de cemento, metal y cristal me dijeron pronto que esa era una ciudad enorme. Y en efecto, a estas horas, desde la planta 28 del Hilton, veo algo que solo sale en las películas. Luces, vida, una ciudad que no duerme.




Llevar tantas horas sin dormir e ir de empalmada a trabajar me hace sentirme inutil al teclado y torpe en mi escritura. No desesperen, queridos lectores, esto va a dar mucho de si. Como la extraordinaria cena japonesa a la que nos ha invitado Watatani-san, director del proyecto. Un lujo para la vista y los sentidos. He entablado rápida amistad con mis compañeros japoneses, y todos han decidido ponerse un seudónimo ya que son incapaces de pronunciar correctamente "Jaime". Por lo tanto, el sector jóven del proyecto lo formamos Masa, Taka, Humi y un servidor que atiende a todo lo que se parezca a "jeimi" "hame" o "jimi".




Y después de una ducha, caeré en el sueño de los mortales, sin puntilla. Mañana más emociones en esta plaza en la que siempre soñe hacer el paseillo. Si me viera mi padre...con las palizas que le he pegado con Kurosawa, Ozu y Mizoguchi. Vaya trío en el cartel. Mis colegas, de momento, ya me han prometido llevarme a cumplir uno de mis objetivos, uno de mis sueños...asistir a una obra de Kabuki.


Corresponsal en osaka, servidor de ustedes. Buenas noches.

No hay comentarios: