miércoles, 4 de noviembre de 2009

De nuevas que no son nuevas

He necesitado varios días de asentamiento en mi nueva ubicación para poder enfrentarme al teclado. Más que eso, he esperado a tener verdadera necesidad de hacerlo. La marha de mi madre, que ha dado calor de hogar al apartamento estos días, me ha dejado el punto de sal perfecto para, simplemente, publicar.

Me enfrento a sensaciones nuevas que tienen un poso del pasado. Aromas de nieve y de silencio, de nostalgias que cobran vida de nuevo. Echar de menos con esta fuerza, volver a escuchar esta musica que te trae volando hacia mi, esta vez en un viaje más corto (Scriabin, Piano Concerto nº 2).

Cierro los ojos y me veo en aquella habitación de estudiante que acababa un ciclo, pero los abro y estoy aquí, en Romangordo (Cáceres), donde he comenzado otro periodo hace unos días. Después de mucho tiempo, por fin una estancia en obra, nada menos que en la central nuclear de Almaraz. Unas semanas por delante de trabajo y soledad, de esa que ofrece dos caras, la buscada y la encontrada.

Y con todo, los sentimientos son los mismos, las mismas ausencias, las mismas ambiciones y la misma necesidad de tus brazos, de los cuales ya conozco todas sus temperaturas. Rodeame en esta noche en la que nuevamente habré de levantarme temprano, no te despertaré y aguardaré a que vuelvas para enseñarte mi condado.

Como podrán observar mis selectos lectores, muchas son las cosas que se alborotan en mi cabeza, en el momento de dar al off que dará paso al día de mañana. Ojalá mañana sea de color rojo.

No hay comentarios: