lunes, 1 de septiembre de 2008

Antes de partir

Me vienen muchas cosas a la cabeza antes de viajar a Nueva York. Lo primero (y que nadie se enfade) es al canguelo terrible que me da el supositorio volante. No lo puedo evitar porque, por más que lo pienso, me sigue pareciendo que volar es antinatural.


A parte del canguis, solo pienso en el abrazo de Nuria (en el primero y en el segundo) y en esa maravillosa sensación que es descubrir una ciudad nueva y apasionante como pocas. Los grandes han estado en Nueva York, han vivido allí, han amado allí. Me vienen a la mente gente tan dispar como Lorca y Fonollosa.


Allí pasearé mi mente y mis sentimientos dentro de 30 horas, allí escribiré, caminaré y amaré. También, ineludiblemente (y que nadie se vuelva a enfadar) fumaré algún cigarrillo, tal vez alguno más que alguno.


Me imagino el tiempo parado, la sensación de sentirme único, el rumor de los coches como poesía alpina. Y voy con la ilusión de encontrarme con mi madre a la salida del avión, de ver su sonrisa de nuevo después de más de un año y disfrutar de nuestro soñado primer viaje.


Y encontrar tu tacto de nuevo bajo sábanas prohibidas, bajo mesas de bar desconocidas o en los bancos de madera de Central Park.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que tu madre no lea esto (no vaya a ser que se enfade) xD