jueves, 22 de mayo de 2008

22 de mayo, parte II: 2 años

A veces, pasan los días lentos, bañados en el azul del recuerdo, otros en cambio son acelerados y rebeldes, estimulados por la esperanza del futuro. Lo primordial en todos los casos es acompañar los días con un buen respaldo a la cabeza.

Yo tengo un respaldo, tengo una cosa que son muchas. Basicamente tengo una mano a mi lado que me guía, me sostiene, me acaricia y me estimula.

Hace dos años, me encontraba en mitad de mi Erasmus disfrutando de una visita y un encuentro. Recuerdo muy bien cuando abrí la puerta de mi casa por la mañana para coger el bus a Madrid. Al salir por la puerta, toqué el dintel como cuando me dirigía a un examen de la carrera, en una forma de desearme suerte.Esa mañana hubo silencio en el móvil, el silencio del que aguarda con expectación un acontecimiento. Con parsimonia aparente pasé del bus al cercanías y allí esperé en Atocha a que llegase el Talgo de Tarragona. Y tras perdernos, nos encontramos, y hasta mi llegó tu figura y tu perfume en un abrazo que aun continua, dos años después de descubrir mi futuro en apenas nueve horas.

Mi mano en tu muñeca, la pulsera azul de LLanes que también aun permanece en su sitio. Y una promesa y una ilusión casi irreverentes, un pulso al destino y al azar. Y la casta y la pureza de unos gestos y unas palabras que se pegaron al alma y a la piel.

Tren de vuelta. Nervios, locura teñida de tristeza y más de dos meses de espera por delante hasta tu vuelta.

Desde ese día creo en nuestro milagro, divina realidad en nuestro día a día. Hace dos años te pregunté bajo la sombra del Retiro si me dejabas quererte, y tu beso habló en mil idiomas para responderme unánime. Y aunque han venido mal dadas desde entonces a nuestro alrededor, todo me ha servido para ver tu lado auténtico muy pronto y acrecentar mis certezas sobre tí.

Vuelve a aceptar hoy esta promesa renovada de energía. Vuelve a abrazar mi entrega y mis debilidades, y dame a pizquitas ese misterio que te invade en cada palmo.

Hoy, dos años de aquellas acciones que compramos a peseta y que ahora valen millones. Y la sensación de que soy mejor y quiero más de la vida si ves la película entera conmigo hasta el final.

Felicidades Nuria. Gracias.

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