jueves, 22 de mayo de 2008

22 de mayo, parte I: La Indignación

Ayer salí indignado de Las Ventas. Yo no soy un Cossío andante, ni mucho menos, pero tengo mis lecciones aprendidas y varios Maestros que me han enseñado lo básico. Ayer, en la decimocuarta de feria, había muchos, muchísimos que no sabían a lo que habían venido ni lo que habían visto.

Sobre el albero, un plantel de lujo y una tarde que olía a cosas grandes. Tenía ganas de ver a Morenito en una sustitución ganada a pulso, y no me decepcionó en absoluto. Torero de clase, de hechuras claras, pose y temple. Morenito sacó el Capote del armario y dio dos verónicas y una media de escándalo. Muleta clara y sin cera. El de Aranda tiene los muslos anchos, y huele a torero rancio cuando se apoya en el burladero.

A Castella le salió medio toro y una estafa. Con ganas y valiente, poco pudo hacer, especialmente porque el segundo se rajó pronto y el quinto era inservible.

Pero vayamos con Ponce. Ponce, fruto de mi indignación. Ayer Ponce dio una lección de Tauromaquia, de saber hacer y de entrega. Ayer Enrique Ponce parecía recién salido de la Escuela, un novillero novel, en lo que a ganas y valentía se refiere. La clase magistral llegó con el cuarto, faena de torero grande, de figura, de vídeo, toro incómodo y protestón de esos que molestan a las figuras. A Ponce no le molestó fajarse en la cara del toro, cruzarse al pitón contrario y luchar por cada muletazo. Ponce sacó muletazos como quien saca agua exprimiendo un grano de café con la mano. Y se jugó la vida estando siempre por encima de los toros, haciendo(me) disfrutar de un toreo de los que enseñan, una enciclopedia.

Y luego, la indignación de soportar los pitos y las palmas de los tendidos (no de todos). Si ya el otro día me pareció que el público había sido injusto con Fernando Cruz, lo de ayer fue un escándalo. La palabra injusticia se queda corta, fue crueldad pura y dura. Pero la sensación que tuve fue de que la gente entra a los toros a ver toreo de salón sin entender la faena, sin atender a la lidia, sin estudiar al toro.

Ayer la gente pitó a Ponce a bulto, porque tocaba, porque quedaba bien pitar a Ponce y que se viera por la tele “lo duros que son los de Madrid”.

Pues ayer, el público de Madrid se llevó un cero. Y digo público, porque ayer no parecía haber aficionados en Las Ventas.

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