lunes, 14 de abril de 2008

Aquel viaje desde Barcelona

Nunca olvidaré aquel viaje desde Barcelona. Vólvía a Valladolid con mi hermano del brazo, y el viaje en coche se antojaba tranquilo, entre discos y charlas. Al comenzar el viaje hablamos sobre ir a ver a Enrique al llegar, y salimos pronto con esa intención, pero a mitad de viaje, una llamada telefónica alteró todo el sentido y el espacio.


Creo que es el tercer año que escribo en internet sobre ese día (antes en mi espacio del msn, ahora aquí) y siempre acudo al teclado después de bastantes horas acumuladas de tristeza. Este año si cabe, el recuerdo de Enrique es aun más incisivo, aun más doloroso unido a la también ausencia de mi padre.


El otro día comentaba con mi madre esa "calma" que la gente te asegura que viene con el tiempo. Pues bien, creo que hay faltas que no entienden de tiempo, porque son grandes e hirientes desde el primer segundo hasta el último. Ausencias como la de Enrique no entienden de calma ni de paz, sencillamente porque la vida cambia tras una cornada como la que tuvo Enrique, como la que tuvo después mi padre. Y las lágrimas del alma cogen sabor añejo y puro con los días, dolor y rabia concentrados en los recuerdos, en el futuro que cortó el destino cruel.


Lo que si es cierto, sin duda, es el paso inexorable del tiempo. Hace 5 años de aquel viaje desde Barcelona, de aquel día en que Enrique se fue a ver los toros desde otra barrera. Y este año me duele más su recuerdo, porque siempre irá asociado a mi infancia, a mi padre, al cariño con el que crecí cuando estaba rodeado de ellos. Y recuerdo las últimas reuniones, las cenas, y esos tirantes que nadie ha llevado como él.


Suena en mi alma la voz de mi padre cuando se encontraban: "¡Henry!" y la respuesta de Enrique: "Jugue..."


Es triste la vida, es cruel y no avisa nunca de lo que viene. Recuerdo que el día que murioó mi padre, Kiko me llevó a pasear por el campo, cerca del Tanatorio. Amenazaba lluvia y caminábamos despacio, hablando a bocados de verdad. Fue entonces cuando se rió y me dijo "Se tienen que haber corrido una juerga de puta madre al encontrarse". Y solo espero que, en otra vida, la muerte no sea sino un nacimiento a algo distinto. Entonces, hoy tendrán nueva juerga los dos amigos.


Hay gente que no debería estar en el rebaño común de los mortales. Va por usté, Maestro, siempre vivo entre nosotros.

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