miércoles, 30 de enero de 2008

Mañana


Dime cuándo me llamarás mañana, dime dónde me esperarás, en qué esquina, en qué bar tomaremos un vino, y en cuál el segundo y último antes de comer. Dime que abrirás una botella de Vega Sicilia de las que nacieron conmigo, y que la decantaremos con cuidado excelso, viendo llorar al caldo mientras nos regala su aroma liberado como un genio de la lámpara que respira tras milenios de opresión. En la estancia sonará "tu María" y Madre pondrá el mantel de cuadros verdes y blancos, y ese salvamanteles milenario al que le faltan partes.

Al acabar de comer, traeréis el "petit-suisse" de crema con dos velas, un 2 y un 8, y sacaremos una foto. Me preguntarás por el trabajo y charlaremos sobre la posibilidad que me ha surgido de viajar a Argelia. Me preguntarás por Nuria, por nuestro futuro, y con el vino de Moncho por las venas, me recordarás que en mi boda, quieres docenas y docenas de ostras.

Dime que luego pasearemos por Valladolid todos juntos, y que me regalarás algo excéntrico y personal, algo tuyo, y no me importa que sea un papel o una promesa, aunque prefiero que tomemos otro vino por la noche. Te prometo que, si quieres, te llevo a aquella cervecería donde nos quitamos el miedod e tu primera operación a base de pintas, y de la que guardas tan buen recuerdo.


Dime que Oti estará bromista y feliz, que Juanfran estará risueño con su pequeño "Jotilla" en brazos, y que mamá portará esa sonrisa única que dejé de ver anteayer. Dime que cerrarás el día con un beso en mi frente antes de acostarme, y que me mirarás desde el pasillo de casa mientras me meto en mi habitación, que aun conserva las cortinas de veleros.

Dime que será todo así, padre. Porque si no, el día de mañana será uno más, un desastre sin tí, un hueco más en el tiempo en el que añorarte.

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