martes, 11 de diciembre de 2007

Imposibles

Hay un espectro de gente, el más amplio, que descarta de entrada un imposible. Hay veces que se planta ante tí, desafiante, orgulloso, en forma de ímprovo duelo con el tiempo, esta especie etérea que son los imposibles. Firme, altivo, es un castillo de mil torres que te plantea un matiz de la vida diferente si te atreves a enfrentarte a él. Pero muy pocos se enfrentan al abismo, porque la pelea contra un imoposible es una lucha colosal contra el destimo, y muy pocas veces se sale victorioso.


Al imposible se le comienza a vencer cuando pasa a ser un difícil, y cuando éste se convierte a su vez en un probable. La victoria llega cuando el probable se vuelve factible, y el factible una realidad. Pero muy pocos saben lo que se siente al ganar esta batalla, digna de héroes de romanceros y de poemas medievales. Son gestas épicas que, sencillamente cambian la vida, y que te hacen sentir digno de tí mismo por tu entrega, que te hacen ver la verdad de algunas cosas cuando desenvuelves el triunfo.


Hace un par de años, yo tenía ante mí a uno de los imposibles más feroces y crueles, y me negaba a atacarle. Llegaste. Tú hiciste que el imposible se tornara en ridículo parásito del polvo que levantaban mis zapatos. Pasó a dificil, a probable, a factible y a realidad. Y me diste el regalo más grande que jamás podrá darme la vida.


y solo tú podías hacerlo, tú venciste a mi imposible. Y de repente, volví a amar.

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