jueves, 29 de noviembre de 2007

Mañana (O)

Pensar en tí me llena de tristeza, de impotencia, y creo a pies juntillas en el mal fario si veo tu currículum. Me espanta esa máscara que te pones a veces como disfraz de día, porque no te reconozco si la usas. Yo si que se cual es tu verdadero rostro, ese que ha enmohecido el inmovilismo autoimpuesto, la rendición ante los elementos y al día a día.


Si tuviese que comprar un palacio, sería para tí, si tuviese que pedir un deseo, para tí sería, porque la injusticia se ha cebado sobre tus ojos de niño inocente y aspirante a feliz.


Siento que te quiero con locura, pero te alejas y me dejas solo, y te encuentro a centelladas en algún gesto o palabra que se te escapa. Y eres el más huérfano, el más desdichado, y creo que nos lo tomamos a broma muchas veces antes de que viésemos al lobo, no te tomamos en serio cuando gritabas en silencio muchas cosas.


Me duele que haya gente que no pueda conocer a Padre, pero más impotencia me crea que no te conozcan a tí, príncipe de mi infancia, porque tú si que estás aqui para reivindicarte y no lo haces, cavando con lágrimas de aire un túnel que no lleva a ningún sitio. Si yo pudiese hacer algo, si pudiese aliviarte, si pudiese verte arriba, muy arriba...


Te quiero tanto que, por respetarte, ni siquiera puedo decírtelo. Ojalá la vida fuese un espejo de Piñeres y te viese respirar paz de continuo, a tu lado, y a la salida nos esperase el éxito que mereces.


Mañana
te veo, y te diré todo esto con mi abrazo más puro.

No hay comentarios: