martes, 11 de septiembre de 2007

Espera

La espera no entiende de segundos, ni de tiempo, ni de la ropa que engalana nuestros cuerpos a la hora de esperar. Es debilidad y es fuerza, es misterio en el final de sí misma. La espera no se reconoce en un espejo, y el bozal de su careta distorsiona.
De color azul llora, de amarillo revienta y de rojo ensaya. Muere en el verde de su angustia y recita su canto de vestal en el blanco de su pureza. Es cruel la espera de éste año, de ésta vida, de este suspiro de una voz que hace silenciar a unas fieras, y rugir a otras.
Yo la miro callado desde el callejón, y prefiero no salir del burladero. Buenas velas tiene la espera de negro en este coso, y yo, vestido de azabache sin alamares de oro, desnudo en la rigidez del atuendo de mi alternativa.
La espera llora y tiembla, es agonía de dolor agudo y reincidente. No lleva a ningún camino, no tiene indicadores, ni luces, ya no es fresca ni joven esta espera que, en los albores de su muerte, pierde todo aquello que tenía: la memoria.

No hay comentarios: