miércoles, 26 de octubre de 2011

Pereza nocturna

Me atasca la pereza. Aun no me acostumbro al horario y estoy atolondrado a esta hora, para luego sobre las once estar como un buho. Así que mi mayor momento de productividad se esfuma en estas horas, mientras flota música diversa que precede, normalmente a una película. Esto de cenar a las siete es un coñazo. Hoy me perdí mi rato de piscina por bucear en unos diagramas de flujo de la central, por lo menos finalmente acabé por descifrarlos.


Hoy tocó reencuentro con la cena vietnamita. Después realicé un viaje musical que me llevó a sitios diversos mientras conozco un frío nuevo. Estuve en Nueva York contigo de la mano de Gershwin y después crucé el charco con Jacques Brel . Luego alguna otra canción me llevó a sitios indefinidos, pero siempre contigo. Ahora intento sacudirme esta pereza que oscurece todo lo que pensé escribir durante el día. Este segundo viaje tiene menos grado que el primero, ya se sabe lo que da la confianza y el conocimiento. Eso si, la habitación de esta vez tiene la cama donde a mí me gusta.


Parece que el tiempo transcurrirá más pesado en esta estancia. Después del trabajo, habrá que sumergirse preparando mi sueño radiofónico e intentando escribir la primera hoja de "Poesía del sushi". Pero me temo que hoy ya me he exprimido lo suficiente. Sucumbiré a Billy Wilder y, después de abrazarte, esperaré a que pase un día más. Y a que pase lo más duro.

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