martes, 17 de noviembre de 2009

Volviendo a escribir de noche

Pese al cansancio, cuesta muy poco encender el portatil y sentarme a escribirte. Y aunque ya todo lo sabes, siempre hay momentos para que fluyan cosas que en el día a día se pierden entre turbinas, generadores de vapor, coche y teléfono. Ahora, en el reposo de este catre que acuna mi sueño, te imagino entre nubes rojas y blancas, vigas de madera y un hueco a tu lado que abrazas con tu mano. Y recuerdo aquellas noches de nostalgia en las que te amé, y descubro que tienen el mismo sabor que éstas, todas me han ido dando detalles de tu latir, de la dirección que quieres tomar a mi lado.

Es curioso como un fin de semana que ha sabido a tan poco, es capaz de descifrar tus códigos en toda su extensión. Me sigues entregando secretos, y cada uno descubierto es llenado con otro enigma. Mágica mujer que has domado lo indomable, que amamantas mi vida y cortas mi sed de amor con la tuya propia.

Y nuevamente, en la distancia, se acrecientan nuestros sueños y nuestras dichas, y vuelve ese nervio que habla a las claras de la divina mezcla de alegría y sufrir que es el echarte de menos. Ahora que ya conoces mi lecho, ven a mi en esta noche que quiere ser de invierno, y acaricia mi pelo como entonces, como tantas veces has hecho. Cerraré los ojos y serás recuerdo imborrable y bruma que se adueñe de mi visión nocturna hasta que vuelva a despertar a tu lado, envuelto por la dulce fragancia de tu beso etéreo y eterno, que sigue empeñado en cruzar montañas.

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