viernes, 16 de enero de 2009

Abrigo

El martes me metí en un abrigo que me quedaba pequeño, y viajé hasta una vida ya enterrada. También tuve que ponerme lentes de grafito para mirarte de nuevo y no moverme. Reconozco que me costó en un principio, pero después volví a oler a fantasía y recordé mis sueños de entonces, mi sonrisa, mi locura.


He cambiado mucho en las formas, es cierto, pero también es cierto que nunca encontré sustituto. No en profundidad ni en importancia, pero si en la función. Y allí estaba yo, delante, intentando ponerte al corriente de una vida que para tí se paró hace años.


Y al final la carcajada, los recuerdos.


Bocatus: la Kawasaky, la pingüino, el besugo y Michael Bolton. Nuestra visita furtiva a Medicina y tu pomo de puerta en el maletín. Bujedo. José Fernando Soto. El Berru. La Plaza Circular de noche. El Vichy Catalán. Carnavales. Queen. Poesía. Deus Espiritus
. Y más.


Fue un día distinto, como todo lo que hicimos en el furor adolescente.


El abrigo del lunes era pequeño, pero me sentí caliente.

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