Me costó llevarla al principio, pero con los años se ha hecho imprescindible en mí. Por ella he sido amenazado e incluso ridiculizado, hasta que finalmente me volví inmune a las opiniones de los demás.
La he llevado por Galicia, Barcelona, Asturias, Francia, Noruega, Alemania, y como no, en las ciudades donde más he vivido Madrid y Valladolid. Siempre juntos en paseos de todas las índoles, aplacando soledades y nostalgias, ayudándome a descubrir una parte de mi ser.
Hoy, con la llegada del frío, mi cabeza se siente solitaria y desnuda. Hoy, entre otras cosas, echo de menos mi boina, que aguarda en un armario en la casa de mi madre, esperando a que el sábado acuda presto en su rescate.
Ya llego. Espérame.
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