martes, 5 de agosto de 2008

Espera

Me refugio del fuego de Madrid en mi nueva guarida con aire acondicionado, a la espera de que Panchis me llame para ir a la piscina. Cuando uno vuelve a vivir solo, las horas cambian de color y los minutos son distintos. Mis minutos se tiñen de espera para todo: esperar la hora de comer, esperar tu llamada, esperar la ducha, esperar al sueño. Esperar al viernes, esperar al martes. Esperarte.

Lasnuevas paredes me hablan de historias que ya conozco, y me vienen brisas frescas de Noruega. Nueva cocina, nuevas voces con que llenar el tiempo. Nueva cama vacía, nuevo habitáculo desordenado. Y tu foto en una nueva mesilla a mi lado.

Después de un fin de semana agitado y vibrante, todo me parece más soso tras ver torear a José Tomás y comer percebes y camarones. Incluso Pontevedra sin tí nos lo mismo, aunque la novedad la haga rica y te evoque constantemente.

Y ahora, refresco mis canciones de Jorge Drexler y miro tus fotos despacio, acordándome de todos los rincones donde te mé, de un cuarto azul con una silla azul, de un barco, de un monasterio, del parque del Retiro en primavera.

Y en la espera pienso todo y se me llenan las manos de sentimientos vivos, mientras me imagino caminando por Central Park al atardecer, antes de ir a aquel restaurante que me has prometido. Antes de tomar un cocktail sofisticado en un bar de moda. Antes de tomar un taxi que me lleve a otro cuarto que, sea del color que sea, seguirá siendo azul, con su silla azul.

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