jueves, 13 de marzo de 2008

De Semana Santa

Siempre me gustó la Semana Santa, desde que era pequeño y veía las procesiones de Valladolid con devoción. Con los años cobró aun más sentido cuando participaba en las procesiones y en los encuentros del colegio...cómo olvidar aquellas "Pascuas"de Bujedo.

La primera Semana Santa especial fue la de hace dos años, cuando me embarqué en un viaje íntimo y divino hacia Bergen, durante mi estancia en Noruega. Cinco días de auténtico regalo para el recuerdo.

Y allí terminó lo bueno. La Semana Santa del año pasado fue un calvario, aunque no dudaría en volver a ella si pudiese. El martes santo, Kiko me recibió en Valladolid de madrugada, mientras mi familia se consumía en Asturias por las noticias conocidas. Recuerdo perfectamente aquella conversación premonitoria, aquel abrazo venido de la experiencia y de la amistad. El resto de la Semana se quemó en abrazos y en lágrimas, en esperanzas que jamás se cumplirían, en fotos y en suspiros.

La Semana Santa de este año será la primera sin mi padre, como tantas cosas que, desde hace un tiempo están siendo "las primeras sin él". Y allí iré a buscarle, al acantilado de Cuerres de la mano de mi madre, y allí escucharemos el rumor de sus palabras. Veremos quemarse los troncos en la chimenea, y las tardes se escaparán por los huecos que deja la nostalgia en las ventanas.

Hace mucho que no voy a Asturias, y tengo ganas, aunque siempre reciba un golpe nada más entrar que em deja k.o. durante horas. Y sentarme en el chigre por las noches con una cerveza y pensarte, es lo único que me queda.

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