sábado, 15 de diciembre de 2007

Extraño sábado

El sábado comienza como ningún otro: en la oficina. La carga de trabajo me ha obligado a venir esta mañana a Magallanes 3 a intentar avanzar de cara al viernes que viene. Me causa mucha gracia que los empleados seamos los pagadores de la incompetencia organizativa de los jefes. Porque hay que decirlo claro, tal vez nosotros en su situación lo hiciésemos incluso peor, pero es constatable que las prisas de Navidad son fruto de dos cosas: el querer marcharse lo más tranquilo posible al hogar en estas fiestas y la mala organización anterior.


Por lo menos, tengo una visión diferente del edificio. Me han dicho que tan sólo tres personas hemos venido hoy, y el espectáculo es dantesco, un silencio desolador que he decidido romper con la 8ª Sinfonía de Bruckner (en una versión increíble de Celibidache). Así pues, estoy solo en la sala donde normalmente hay bullicio y jovialidad. Mi sala es un continuo ir y venir de chistes, gracias, anécdotas y chascarrillos, y los echo de menos en esta mañana de sábado, aunque he de decir que buscando producción, se encuentra de esta manera en la soledad (porque no hay con quién perder el tiempo).


Mientras calculo y reestructuro el Piping de la Planta Estándar, pienso en muchas cosas, me detengo en unas y evado otras, intento recordar sueños (de verdad y de mentira) y de repente me doy cuenta que la calefacción está apagada y que tengo frío. habrá que levantarse a por un café.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sábado diferente también para mi, pero contenta de saber que no fui la única en trabajar... y de llegar a casa y recibir tu abrazo, después de 3 fines de semana sin tenerte.

Pero qué bien escribes.