viernes, 14 de septiembre de 2007

Hoy

Entre el estrés de estos días, la presión y la ausencia de calma en la ría, no te has percatado de que hoy puede ser el fin de una época, la constatación del comienzo de otra. Evolución, madurez, crecimiento.
Y en ese paso, tu mano entrelazada con la mía. Me doy cuenta de que hoy entrarás en una sala sombría y tenebrosa con la esperanza de salir a la luz de la calle, de esa calle larga vetada durante milenios. Y recibiré tu sonrisa en el balcón del mediodía, cuando las ropas estén secas y el lecho preparado para encontrarnos.
Mujer, hoy puedes nacer al futuro y soy feliz. Y acaricias mi alma sin saberlo, sin ni siquiera pensarlo.

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