miércoles, 19 de septiembre de 2007

Bermejinsky

Mi madre está en Madrid. Ayer la recogí en Chamartín por la noche, y fuimos a cenar por el barrio. Le gustaron mucho las calles, los bares, esa sensación de no estar perdido en una ciuidad nueva. Porque eso solo es capaz de dártelo Madrid. Madrid no pregunta de dónde vienes ni qué quieres hacer. Madrid es una ciudad que ofrece futuro, que presenta soluciones.
A mi madre le ha gustado la zona, y cuando entramos en el bar "El 5º Vino", dijo exactamente aquello que yo esperaba oir de su boca...aquello que yo mismo dije la primera vez que entré "Cómo le hubiese gustado a tu padre este sitio". Es extraño, pero por un momento tuve la sensación de que en efecto, allí estaba, aunque sin beber vino.
De repente, mi madre me instó a mirar con disimulo hacia mi izquierda. Y efectivamente, allí estaba tomándose unos huevos rotos el mismísimo Ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, acompañado de (supongo) su señora. En plena polémica sobre las banderas, voy y me encuentro con Bermejinsky, de quien había leido esa misma mañana unas declaraciones terribles sobre la dificultad de aplicar la ley en el tema de la presencia de la bandera española en todas las instituciones (sea en la Comunidad Autónoma que sea).
En silencio, reflexioné sobre aquella suerte de codearme con un famosillo, y llegué a dos conclusiones. La primera, que da más morbo encontrarte con alguien conocido e importante que no es de tu agrado, y la segunda, que viendole comer aquellos huevos, no me dejaba de parecer un hombre más de la calle...salvo en el hecho de que su opinión sobre temas tan importantes no se queda, por ejemplo, en aquel bar.

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