miércoles, 29 de abril de 2009

Así

Te tengo a mi lado. Muchas veces no me doy cuenta y tampoco le doy importancia, pero de repente me entero de esta verdad cotidiana y me siento feliz. Y efectivamente, aquí estás, con tu mirada y tu calor.


Sin esperarlo y sin mediar palabra, te abalanzas sobre mi y me abrazas. Y en ese mismo instante no digo nada, pero hoy me apetece decirte que durante esos segundos, no puedo esperar más de la vida.

Ahora miras la tele, sonries ante lo que ves y escuchas. Mientras tanto yo te observo y pienso en el deseo multicolor que me suscitas. Básicamente, el deseo de que te quedes siempre así, a mi lado.

viernes, 24 de abril de 2009

Morante tras la anestesia

Ya antes de que abrieran la puerta del quirófano, empecé a pensar cosas extrañas, cosas que solo se piensan en momentos de intranquilidad. Lo último que recuerdo fueron las caricias de la enfermera y sus palabras. "Te vamos a dormir, piensa en algo bonito conlo que soñar" y quiero recordar que mis últimas palabras fueron "me voy, me voy" y una sensación de que se me dormían las piernas. Después desperté ya camino de la habitación, para completar el despegue ya en la 413. Al cabo de unos minutos, apareció el anestesista riendo y comentando "A este chaval le gustan los toros, al despertar de la anestesia no hacía más que hablar de Morante de la Puebla".


Me gustó ese gesto inconsciente. Seguramente a Morante le importe poco, pero fue en el primero que pensé al despertar tras la operación (que dicho sea de paso, salió perfecta). Ayer, convaleciente, veía el petardo de Victorino en Sevilla que tanto había esperado, el mano a mano del valor, de la verdad, de la torería. Que Morante quisiera torear en Sevilla con El Cid la corrida de Victorino, dice mucho de un torero y de una persona. Antes de la corrida, le entrevistaban en el Plus. Se le veía perdido en su mundo de arte, y a la pregunta del periodista sobre la tarde que iba a venir, dijo "Era lo que me apetecía". Me quedo con eso.

Luego, vino el petardo: corrida descastada, desrazada, mal presentada, donde pese a todo hubo detalles que hicieron válida la compra: cómo recibió Morante al primero, la réplica que hizo el Cid por delantales, y las ocho verónicas de Morante en el quinto, además de un par de naturales del Cid, muy meritorio en el cuarto.

Mientras tanto, escribo de nuevo en el blog desde el sofá más tranquilo y sin los tapones, con el calor de mi madre y de Nuria, y con la sensación de estar en casa (después de 7 meses de vivir en mi actual piso).

Y deseando que pasen los días para respirar de nuevo, con la almohadilla preparada para San Isidro.

jueves, 16 de abril de 2009

Recuerdos

Cuando pienso en Enrique, son varias las cosas que se me vienen a la cabeza. El camino a la calle Bolivia, la leche Pascual del frigorífico, los cuentos que tenía María Esther y que escuchábamos en su habitación. Ver crecer a Paloma. El humo infinito del winston, y esa tos profunda y sin fin que tanto me asustaba. Le recuerdo con porte, con clase y elegancia, con andar torero incluso cuando llevaba bastón (más aun si cabe).

Recuerdo aquellas tardes en casa de Enrique como auténticas lecciones de vida, recuerdo a Kiko a su sombra, mirandole con ojos que escuchaban por si solos. Recuerdo a mi padre junto a él, las conversaciones, las discrepancias. Recuerdo y sufro al pensar en la distancia, en el tiempo que pasa inexorable.

martes, 14 de abril de 2009

Abril

Días de viento en Asturias, de caliz de agua y vinagre, de sidra envenenada con sonrisas. Villahormes llora con la lluvia pero se calma en su jardín, que ya reconoce los pasos del pequeño Juan.


Nuevas promesas y secretos a fuego, la misma nostalgia de siempre que hace que el carácter mute. Tu ausencia que duele más aun cuando estamos todos. Abril es un mes raro, huele a albero mojado y a toros, sabe a recuerdo de viaje desde Barcelona y llamada telefónica, a aquel abril de hace ya seis años que empezó a abrirme los ojos a la realidad y al dolor de perder a un ser querido.


Este mes de abril también es raro por no variar. Las ideas son volubles y se escapan por la chimenea, mientras las ilusiones se disfrazan de presente para endulzar el día a día. Eso si, los días siguen quemándose en el puesto de trabajo y te adormecen hasta llegar al remanso de paz que es el hogar donde habitas conmigo. Abril me ha traido la enésima promesa incumplida en el trabajo, y también la llamada de aquel que intentará solventar mis problemas respiratorios para siempre.


Es curioso, hoy he sido consciente de que dentro de unos días caeré en ese dulce sueño inducido que aun recuerdo desde niño, esa cuenta atrás desde diez en la que nunca pasé del cinco. Reconozco que me da canguelo pasar por la enfermería, pero me ha tranquilizado un pensamiento: y es que no hay ningún torero que se haya quedado en la anestesia.


Y como es obvio, yo tampoco voy a ser menos en ese aspecto.

miércoles, 1 de abril de 2009

Ausencias


Se asoman a la calle Alcalá los carteles de San Isidro de este año. Y hay buenas ternas, pero también hay tardes flojas. Aun así, después de echarle tres someros vistazos, me ha quedado más en la retina el amargo sabor de las ausencias, que ya se conocen antes de que los carteles salgan a la luz oficialmente.
Y son tres los nombres que se me vienen a la cabeza.


El lógico, el de José Tomás, que lleva la genialidad de su tauromaquia y de su arte a todos los ámbitos de su carrera, también a las contrataciones. Y aquí uno no sabe muy bien a quién creer, si a apoderado o empresario. Lo único que se sabe es que este año, no oiremos los ecos de un nuevo triunfo en Madrid. Habrá que coger el AVE a Barcelona.


El ilógico, el de Ponce. Podrá gustar más o menos su concepción del toreo, pero no puede faltar en una plaza que, en mi opinión le ha tratado muy injustamente. Se especulaba con que fuese el propio Ponce el que no quisiese venir a San Isidro este año, pero el propio torero lo ha desmentido. Una vez más, el empresario Uranga se ha lucido.


Y el íntimo, el de Julio Aparicio. Lo que se ha hecho con Aparicio no tiene nombre. Un torero que Madrid quiere tener en su feria, por múltiples razones, porque Madrid también respira por motivos humanos y artísticos, porque hay buenos aficionados en Madrid que valoran otras cosas, porque aun me acuerdo de dos naturales que dio Aparicio aquella tarde, hace casi un año antes de que el toro le enganchase. No entiendo por qué tiene que pagar Aparicio la enemistad de su apoderado con Uranga. Es injusto con todo, con la aficion, con el torero y casi con la institución.


Eso sí, que no falte Abellán, “El Capea” o Sánchez Vara, Tejela o Fernando Cruz. Esos vienen de serie.