miércoles, 25 de marzo de 2009

Algo alegre

Ayer recibí una crítica constructiva sobre éste mi blog: "Siempre escribes cosas tristes". La verdad es que la tristeza necesita vías de salida, porque suele tener matices y colores especiales, porque es íntima y a la vez desea ser revelada en busca de consuelo.


Sin embargo, la alegría nace con alas y con muchos lenguajes aprendidos, y hay muchas posibilidades de expresarla, y a veces aquí también tiene su hueco.


Pues bien, hoy me había propuesto firmemente escribir sobre algo alegre, y la verdad es que no es el día más propicio para ello, un día donde he recibido una nueva puñalada, aunque al menos no haya sido por la espalda.


Pero no, no me resigno. Así que voy a contar algo alegre: aunque parezca increible, hoy he recibido una transferencia de Renfe,fruto de una reclamación de meses por una devolución incorrecta de un viaje que jamás realicé. La cuantía es lo de menos, lo importante es que me han hecho caso, que ya es bastante. Al salir de la poza de Magallanes 3, caminaré rumbo a buscar a Nuria a la galería, y tal vez me entretenga brevemente en la tienda de Harmonía Mundi. Y cuando Nuria salga, hablaremos de todo aquello que nos mueve y nos ilusiona con una cerveza en la Plaza de Chamberí a costa del feliz reembolso, caminaremos de la mano sin mentar a la bicha y recibiré la sonrisa de Nuria y su frescura, como un bálsamo reparador para éste día difícil.


Y al llegar a casa, encenderé el portatil de la ilusión.

martes, 24 de marzo de 2009

Fin de Marzo

Llega el fin de marzo al calendario, y con él esa extraña luz que quiere ser calor y queda en frío, al menos para mí. Llega la brisa de aquel final de marzo, donde desperté a la vida real de un tortazo seco y largo.


Y en mi recuerdo, aquella noche de la verdad, cuando Kiko me recogió con una larga cambiada en la calle Duque de la Victoria, mientras me fumaba un Camel de miedo y nerviosismo sin saber dónde apoyarme. Un Camel en las manos de un niño tembloroso que se resistía a creer lo que decían esas máquinas tan caras del hospital.


Un niño que daba sus últimas mochadas en la bruma de aquel café a medianoche, donde recibí la alternativa del dolor de manos de mi amigo.