jueves, 31 de julio de 2008

La última noche

Noche fría en pleno verano. Noche de recuerdos, de nostalgia, de soledad difícil de afrontar. Hoy las paredes de mi casa vuelven a ser desconocidas para mí. La casa desnuda irradia un aroma distinto, y me siento raro en este lugar que tanto me ha dado en los últimos doce meses.

Con la vista atrás, veo el comienzo de mi vida de adulto, mis primeras responsabilidaes, mis primeras facturas. Veo la primera noche con Nuria en nuestra casa, veo la ilusión con que un día hace un año, hice la mudanza con mis amigos, los mismos que me han ayudado esta vez a vaciar la morada que entonces llenáramos.

Mil emociones se me agolpan ante esta última noche en Alenza 14, 3º C. La casa de mis sueños, la "casita de papel", la primera vivienda de Nuria y mía, nuestra casa. Vendrán otras, pero esta es distinta, es la primera, es la que abre el camino hacia el horizonte y hacia el infinito.

Casi puedo escuchar el eco que creo en la estancia al teclear el portatil. Mi mente también escucha ecos pasados, empezando por aquel aval bancario que me firmara mi padre antes de morir. La decoración, las primeras compras, la sensación de llegar a un lugar cálido y confortable donde encontrar amor y compañía tras la jornada. Pienso y vivo todos esos momentos...y me emociono. Me da tristeza dejar esta casa. Mañana a eso de las 8, entregaré las llaves y bajaré por última vez las escaleras, rumbo a Vallehermoso 24, mi hogar de adopción durante los dos meses que quedan hasta que vuelvas.

Lo único que hace que esta noche sea menos triste es tu recuerdo, y la certeza de que después de una "última vez" siempre viene una "primera vez". Y ya anhelo la primera noche contigo en nuestro nuevo piso, sea como sea, esté donde esté. Pero contigo.

martes, 29 de julio de 2008

Distancias

Hay distancias que no entienden de kilómetros, porque no son kilómetros. Y a veces los kilómetros son tan solo distancias físicas, no distancias que separan.
Esta semana experimento distancias diferentes, pero todas ellas son distancias que me hablan de cosas que no alejan, sino acercan. Apenas noto la diferencia horaria con el Nuevo Continente, apenas siento que algo me separa de Nuria, porque nada nos separa.
Y en esta semana especial, noto distancia con el piso en que he habitado este año, aunque hasta el jueves habite en él. Estoy en él, pero hay distancia, está en él sólo mi cuerpo. Mi Yo planea por las noches el barrio de Justicia en busca de otro rincón bucólico donde amarte y pasar otro invierno abrazado a tus ojos.
Pero las distancias no solo vienen de este mundo. La noche del domingo tuve una de esas experiencias que ocurren un par de veces en la vida, todo un viaje astral que me llevó hasta tí más de un año después.
Y entonces me hablaste y te sentí, y la mayor de las distancias se anuló por completo. Al fin y al cabo la distancia es, como tantas cosas, lo que nosotros queramos que sea.

jueves, 24 de julio de 2008

Paralelismos

Hubiese tenido el billete comprado hace tiempo, y me hubieses ido a buscar al aeropuerto a eso de las 6. A las 7 estaríamos en casa y planearíamos la cena. El chigre, refugio de nuestras confidencias y nuestras soledades, sería esta vez guarida de todas las novedades que me azotan, y hablaría contigo de todas las ilusiones que me dan vida con un par de alhambras bien frías (la tuya en el vaso de sidra que pone "La Gascona"). Madre prepararía unos tortos con huevos y cenaríamos allí, antes de dar un paseo hasta la iglesia, donde hacerte depositario de todos mis secretos, aquellos que solo tú conoces.

La noche pasaría mágica envuelta en el edredón de mi cama, y al levantarme en mitad de la noche oiría el estruendo de tus ronquidos mezclarse con el tic-tac del reloj Muñoz Merino del salón. Me sentiría a salvo, protegido. Curaría mis noches de calor madrileño y me levantaría tarde, cuando tú ya habrías desayunado tus tostadas de pan con aceite. Iríamos a Posada a abastecernos para un fin de semana feliz con mis hermanos y con tu nieto Juan, sangre de tu sangre, y visitaríamos a Ana, a Marisa, y a "La tetas" a comprar el periódico antes de tomar el inigualable café de Jovino.

Al volver, madre estaría sentada al sol del norte y esperaríamos la llegada de tus vástagos, con tu sonrisa, con tu gorro de paja y tus gafas de sol.


En lugar de ello, he llegado a Valladolid a media tarde, y nadie me ha venido a buscar. He llegado a casa y he vagado por internet y por las divinas ondas telefónicas que me acercan a Nueva York, donde encuentro amor y paz en tiempos de zozobra. He caminado por un Valladolid vacío que me regalaba brisa fresca, y he cenado solo en el Campero, donde me ha envuelto la nostalgia de Antonio Saldaña, y el recuerdo del "pincho y salchi" de antes, aquel que tú me enseñaste y que tanto te demandé durante años.

Y ahora, imagino todo aquello y vivo la soledad de la distancia, pesacdo fresco incluido. Y escucho la NRK que también me lleva a tí, y a un tiempo de felicidad absoluta y de descubrimiento. Hablo con Kiko que regresa envuelto en el atasco de Madrid, y escribo silencioso y callado.

Y mañana a Asturias. Asturias sin tí. Mientras tanto, imagino y vivo estos paralelismos ficticios, entre lo imposible y lo real. Y llegan las once de la noche y me doy cuenta de que en este preciso momento, lo que anhelo es estar durmiendo en la cama, para soñar con lo imposible.

Me apetece volver al San Jorge contigo. No vuelvo desde entonces.

viernes, 18 de julio de 2008

Saber lo imposible

Viene hoy más que nunca una brisa ácida que me corroe, un rumor de un silencio que invadió mi vida entonces, hace un año. Viene tu recuerdo envuelto en canciones mejicanas, en fuentes de sidra perpétua, en restaurantes, en conversaciones y en pares de banderillas de Curro Cruz.

Y no hace falta que te busque en mis entrañas, porque nunca has salido de mi vida, ni de ese llanto con el que te evoco a escondidas.

Un año después, me conformaría con saber dónde se esconden ahora tus piernas y tus gafas de sol, dónde moran ahora tus sonrisas, tus juicios, tu carácter sin el cual somos títeres descabezados en el día a día. Hoy quisiera saber, padre, si existe un lugar donde reposa el amor y la esperanza, esa plaza donde nunca llueve y las entradas son siempre de sombra y de barrera. Hoy quisiera saber lo imposible.

Dime, padre, que de tí no solo quedan recuerdos y fotos, y que llegará un día en que me llenes de nuevo con tu abrazo, aunque sea un abrazo de polvo y de niebla.

miércoles, 16 de julio de 2008

Vigencia

(19-5-07 / 16-7-08)

Hoy quisiera acariciarte con fuerza, con constancia,
quisiera poder percibir el movimiento de tus dedos
pero aquí, a mi lado

Quisiera poder pasear mi fortuna y mis zapatos
codo a codo con tu sombra
besarte en cada metro,
o tal vez no besarte,
pero caminar contigo
o hacer cosas que se hacen caminando
pero hacerlas contigo

Hablar, o escucharte hablar
o tal vez ni eso,
o tal vez esperar a que llegue ese momento
en que me beses los ojos.

Incluso estaría dispuesto a esperar a que te vayas,
pero eso al menos querría decir
que has estado conmigo.

Late con fuerza mi futuro,
mas flaquea mi presente,
simple y llanamene
porque no te tengo aquí.

martes, 8 de julio de 2008

Brooklyn

Estos días sueño con Brooklyn, y empiezo a aprenderme la ubicación de las calles y de los parques en busca de un apartamento donde poder hospedarme en septiembre. Parece ser que tu sitio está en la N 9th, y yo ya he echado un ojo a un apartamento en Lorimer St.


Visualizo perfectamente la estampa: el encontrarte a la salida del Museo, pasear por Manhattan, charlar en un parque, cenar en un coqueto restaurante y ver el ocaso del día desde el puente en que Woody Allen y Diane Keaton vieron amanecer.


Te amo en la distancia, y tu sonrisa y tu ilusión me llenan de vida en vísperas de recuerdos de soledad y de muerte. La vida te va trayendo sorpresas de muchos colores y tamaños. Mi sorpresa es que me veo buscando trabajo en Nueva York de aquí a tres meses.

domingo, 6 de julio de 2008

La nueva habitante de NY

Escucho tu voz desde Brooklyn, y aun no me termino de creer que te hayas ido. Te escucho feliz, con ese tono de irremediable excitación ante algo desconocido que nos invade.

Después de levantarme tan pronto para despedirte y del partido de Nadal (ya hablaré de esto otro día) pocas fuerzas me quedan para explorar en mi mente y escribir lo que siento. Prefiero hacerlo en silencio desde el sofá, escuhando la radio justo antes de irme a dormir, mientras a tí aun te queda toda la tarde para terminar de cerciorarte de que has cumplido un sueño.

Y ya en cama, esperaré a que estrenes esa tarjeta de la que me has hablado y me puedas contar tranquilamente cómo te sientes. Mi querida niña, vuelvo a amarte en la distancia con más pureza que entonces, con más ilusión que nunca en todo lo que vivimos, y con tu carta postrera en mi pecho, la cual leo y releo una y otra vez.

La noche llega en Madrid, y en Nueva York una nueva habitante llena de fantasía y de ganas el nuevo mundo. Suerte, y empieza citando por arriba...este toro si que es bravo.

miércoles, 2 de julio de 2008

Ilusiones

Hubo rumores hace un tiempo, rumores que ahora son ya antesala de la noticia. Y llega una propuesta que suena a futuro inmediato, que suena a mejora de vida y a expectativas ilusionantes.


Uno siempre se plantea la vuelta al origen, a retomar caminos andados y cervezas conocidas. El problema es cuando uno tiene tan llenos los sacos de ilusión, que todos los senderos le seducen y le tientan. Nueva York, Oslo, Oviedo, La Coruña…todo tan distinto, todo tan irresistiblemente atractivo. Pero hay solo una vida, aunque son varios los momentos en los que se puede arriesgar.


La cuestión es si hay opciones que acortan el camino del éxito, si hay motivos que justifican un pit stop. Cuesta a veces reconducir un futuro, pero sin duda es mucho más fácil cuando el futuro esta totalmente abierto.


Tengo tanta fe en Nuria, que se perfectamente que la opción de Nueva York está viva. Quén me iba a decir que la competidora de Nueva York se alojaría en la misma casa de mis padres. Al fin y al cabo, pienso que lo mejor de todo es tener tantas puertas abiertas, tantas opciones por vivir, y guardar en las alforjas tanta ilusión compartida, como si fuesen kilos de garbanzos.


Garbanzos cocheritos, por supuesto.