viernes, 28 de marzo de 2008

Nueva York

Aun está lejos Nueva York, pero no puedo contener la ilusión que me hace que te llame Mister Burke y te diga que te cojas el avión. Creo que una maravilla así solo puede hacerte bien, y a mi de rebote, cuando en una visita transatlántica podamos pasear por Manhattan recorriendo planos de Woody Allen.


Es cierto, aun queda lejos, duerme en el seno de aquellas realidades posibles que nos enamoran. Y no temas soñar con ello, porque hay muchos caminos que llevan a tu sueño, y en todos estás tú presente, llamando a las puertas de la vida con fuerza, dispuesta a caminar por calles de fuego y rosas, calles que devoran asfalto y después lo esculpen.


Qué divina distancia disfruto cuando en la noche, estando a tu lado, vuelas en mi mente hacia aquel apartamento que ya adorné para tí, con una foto mía en la mesilla.


Y es que todas las ciudades adquieren una nueva dimensión si las pienso contigo, y Nueva York puede ser muchas cosas y a la vez sólo una: La duodécima ciudad donde te ame.

lunes, 17 de marzo de 2008

A tí, amor

Me haces falta
porque intercepté la señal de tu radio para vivir.
Eres la delicadeza en la que asiento pilares de furgo,
eres piedra angular.

Todo aquello con lo que sueño
tiene ahora tu sombra y tu marca.
Moldeas mis rarezas, fortaleces mi entusiasmo.

Y aunque nos separen unos metros,
te veo constantemente entre mis brazos
y me guía tu sonrisa.

Me haces falta
porque la vida hablaba antes lenguas ocultas.
Sin embargo entiendo la tuya, y tú la mía.
Al fin y al cabo, no soy más que lo que esperes de mí.

jueves, 13 de marzo de 2008

De Semana Santa

Siempre me gustó la Semana Santa, desde que era pequeño y veía las procesiones de Valladolid con devoción. Con los años cobró aun más sentido cuando participaba en las procesiones y en los encuentros del colegio...cómo olvidar aquellas "Pascuas"de Bujedo.

La primera Semana Santa especial fue la de hace dos años, cuando me embarqué en un viaje íntimo y divino hacia Bergen, durante mi estancia en Noruega. Cinco días de auténtico regalo para el recuerdo.

Y allí terminó lo bueno. La Semana Santa del año pasado fue un calvario, aunque no dudaría en volver a ella si pudiese. El martes santo, Kiko me recibió en Valladolid de madrugada, mientras mi familia se consumía en Asturias por las noticias conocidas. Recuerdo perfectamente aquella conversación premonitoria, aquel abrazo venido de la experiencia y de la amistad. El resto de la Semana se quemó en abrazos y en lágrimas, en esperanzas que jamás se cumplirían, en fotos y en suspiros.

La Semana Santa de este año será la primera sin mi padre, como tantas cosas que, desde hace un tiempo están siendo "las primeras sin él". Y allí iré a buscarle, al acantilado de Cuerres de la mano de mi madre, y allí escucharemos el rumor de sus palabras. Veremos quemarse los troncos en la chimenea, y las tardes se escaparán por los huecos que deja la nostalgia en las ventanas.

Hace mucho que no voy a Asturias, y tengo ganas, aunque siempre reciba un golpe nada más entrar que em deja k.o. durante horas. Y sentarme en el chigre por las noches con una cerveza y pensarte, es lo único que me queda.

martes, 11 de marzo de 2008

Hambre de Toros

Ya van siendo más amplios los días, y el sol se va a dormir un poco más tarde, tanto que algún que otro día salgo de trabajar y es de día, lo cual agradece el espíritu.


El hecho de que los días sean más largos hace desear hábitos olvidados durante el invierno. las terrazas, los paseos, los atardeceres...pero el sol a mí me incita a ir a los Toros. Después de mi anterior periplo madrileño, vuelve con fuerza a mí el deseo de contemplar el albero venteño. Y con la Semana Santa vienen las primeras corridas a Madrid.


Este domingo, iré para abrir boca, a una de esas corridas en las que se espera poco pero que se va con gusto. Iré solo y caminaré por la plaza despacio, en mi particular primer paseillo de la temporada.


Pero el Domingo de Resurrección lleva en mi mente desde hace muchas semanas, desde que Enrique me llamó para anunciarme el cartel: Julio Aparicio, Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera. Me emociona imaginarme ese día en Las Ventas, sobre todo porque supone mi confirmación de la mano de mi padrino deseado, mi gran amigo Enrique.


Somos ambos devotos de Morante y de su Arte, y se que aprenderé mucho ese día, acompañado por ese silencio exquisito del que entiende y de sus acertados comentarios. Anhelo pues que llegue ya el momento de oler la plaza desde fuera y respirar el ambiente inigualable de un Domingo de Resurreción en una plaza de toros.


Y sentir de nuevo las zapatillas de Morante acariciando la arena...

lunes, 10 de marzo de 2008

Mi paz

Hay varias formas de encontrar la paz, y varias formas de sentirla. La paz personal es una lucha constante, y hay quienes ccreen que nunca se consigue, y que es mejor no tenerla para estar siempre alerta. Hay también quien piensa que la paz es mera entelequia e ilusión.

Pienso que la paz es una hermana melliza de la felicidad, y que ambas aparecen y desaparecen, fluyen por los acontecimientos de nuestras vidas.

Nunca lo he tenido claro, pero esta es una de las verdades que me ha mostrado la vida ultimamente. Y es que la paz debe ser algo muy parecido a lo que siento cuando veo que durmiendo buscas mi mano, cuando en la noche abro los ojos para contemplar tu belleza en la oscuridad, tus ojos que, cerrados, miran al futuro.

Me das la paz, mi paz. Mi mayor regalo en el día a día.

viernes, 7 de marzo de 2008

El camarero de Cafe Osebro

Ya estoy de vuelta. No hacía mucho frío esta vez, en comparación con el febrero que me vio desembarcar. Vuelvo cargado de cerveza y de chocolate, también de recuerdos concentrados.


Mansa sube la belleza de Noruega por mi cuerpo hasta dominarme, y dueño soy de su paz y de su espíritu. Allí los días son cadenciosos y tranquilos, y el sol tarda más en esconderse aunque en realidad se acueste antes. No podría destacar muchas cosas de este viaje, mas alla de la energía recuperada y las certezas obtenidas, pero si hubo un suceso que me habló de muchas cosas.


Cuando mis padres fueron a visitarme a Noruega, mi padre necesitó tan solo una mañana de paseo para localizar su rincón selecto donde tomarse la cerveza. Se trataba del Cafe Osebro, mi lugar favorito en el verano, poseedor de una terraza deliciosa y amarradero propio, justo al lado del fiordo de Porsgrunn. Esa mañana quedé con ellos allí y contemplé cómo Juanito se había ganado ya al camarero para su causa. El camarero había pasado un par de semanas en las Canarias y se sabía a la perfección aquello de "Una jarra". Ni que decir tiene que, cada uno de los días que mi padre estuvo allí, pasó por su bar a tomarse "una jarra", y alli recibía el baño de simpatía y complicidad del camarero. Mi padre recordó hasta hace poco aquellos días en Noruega, y aquel bar soleado donde caían las jarras de cerveza Hansa.


El viernes fui con mi amigo Carlos y con Maitane (una chica de Valladolid que ocupa ahora "mi luigar") a tomar unas cervezas por la noche. Después de tomar una en Kaffe K, dirigimos nuestros pasos a Cafe Osebro, y me tocaba pagar la ronda. Fui a pedir a la barra...y allí estaba aquel camarero. Comencé a hablar con él llevado por un impulso desconocido, y se le iluminó la cara cuando le hablé de mi padre y de aquellos días al sol en la terraza. Al momento sonrió y exclamó "¡Una jarra!" y los dos comenzamos a reir. Aquel hombre aun recordaba a mi padre, año y medio después de atenderle durante 5 ó 6 mañanas.


Algo va cambiando en el tiempo, también la forma de ver las cosas cuando te araña la nostalgia. Las lágrimas que salieron de mis ojos después de aquel encuentro fueron dulces y fuertes. Sencillamente se me llenó el alma de orgullo pensando el gran padre que me ha dado la vida...y me pedí otra jarra a su salud.